EL NACIMIENTO DE BUDA
«El Buda que fundó la religión budista actual se llama Buda
Shakyamuni. Shakya es el nombre de la familia real en la que nació y muni
significa ‘Ser Apto’.
»Buda Shakyamuni nació en el año 624 a. de C. en Lumbini, lugar
que en aquel tiempo pertenecía a la India y que hoy forma parte del Nepal. Su
madre fue la reina Mayadevi, y su padre, el rey Shudhodana.
»Una noche, la reina Mayadevi soñó que un elefante blanco
descendía del cielo y entraba en su seno, señal de que acababa de concebir a un
ser muy especial. El hecho de que el elefante descendiera del cielo significaba
que el niño provenía de Tushita, la tierra pura de Buda Maitreya.
»Meses más tarde, cuando la reina dio a luz, en lugar de sentir
dolor, tuvo una maravillosa experiencia en la que se agarraba a la rama de un
árbol con la mano derecha y los dioses Brahma e Indra recogían al niño, que
nacía de su costado. Los dioses procedieron a venerar al infante y a ofrecerle
abluciones.
»Cuando el rey vio al niño, se llenó de alegría y sintió como si
todos sus deseos se hubieran cumplido. Le puso el nombre de Sidharta y pidió a
un brahmín que predijera el futuro del príncipe. El adivino examinó al infante
con sus poderes de clarividencia y dijo: “Este niño será un rey chakravatin
(monarca que gobierna el mundo entero) o un ser iluminado, hay señales que así
lo indican. Puesto que la era de los reyes chakravatines ha pasado, se
convertirá en un Buda y su beneficiosa influencia, al igual que los rayos del
sol, iluminará a mil millones de mundos”».
LA RENUNCIA DE BUDA
«De niño, el príncipe logró un gran dominio de las artes y
ciencias tradicionales sin necesidad de recibir instrucciones. Conocía sesenta
y cuatro lenguas distintas, con sus correspondientes alfabetos, y también era
diestro en las matemáticas. En cierta ocasión, reveló a su padre que podía
contar todos los átomos del mundo en lo que se tarda en dar un solo respiro.
»Aunque no necesitaba estudiar, lo hizo para complacer a su padre
y beneficiar a los demás. Por ello, acudió a una escuela donde, además de
estudiar las materias académicas, se adiestró en deportes como las artes
marciales y el tiro al arco.
»El príncipe aprovechaba cualquier oportunidad para revelar el
significado del Dharma y alentaba a sus compañeros a seguir el sendero
espiritual. En cierta ocasión, mientras participaba en una competición de tiro
al arco, dijo: “Con el arco de la concentración meditativa disparo la flecha de
la sabiduría y elimino al tigre de la ignorancia de los seres sintientes”.
Entonces, su flecha atravesó cinco tigres de hierro y siete árboles, y después
se hundió en la tierra.
»Al presenciar semejantes demostraciones, miles de personas
generaron una intensa fe en el príncipe.
»De vez en cuando, el príncipe Sidharta viajaba a la capital del
reino para observar cómo vivían sus súbditos. Durante estas visitas vio
ancianos, enfermos y, en cierta ocasión, un cadáver.
»Estos encuentros dejaron una profunda huella en su mente y le
hicieron comprender que todos los seres sintientes, sin excepción, están
sometidos a los sufrimientos del nacimiento, las enfermedades, la vejez y la
muerte. Puesto que conocía las leyes de la reencarnación, sabía que no
padecemos estos sufrimientos sólo una vez, sino incontables veces, vida tras
vida, sin cesar.
»Al contemplar cómo todos los seres están atrapados en este
círculo vicioso de sufrimiento, sintió una profunda compasión por ellos y
generó un sincero deseo de liberarlos de su dolor. Puesto que sabía que sólo un
Buda, un ser completamente iluminado, posee la sabiduría y el poder necesarios
para ayudar a todos los seres, decidió retirarse a un bosque para practicar la
meditación en soledad y alcanzar el estado de la Budeidad».
LA ORDENACIÓN MONÁSTICA DE BUDA
«Cuando los habitantes del reino de Shakya supieron que el
príncipe quería abandonar el palacio, suplicaron al rey que acordara un
matrimonio para su hijo con el fin de que olvidara sus planes.
»El rey aceptó y, en poco tiempo, encontró una joven doncella
llamada Yasodhara, hija de una respetada familia Shakya. El príncipe Sidharta
carecía de apego a los placeres mundanos porque sabía que los objetos de deseo
son como flores venenosas: aunque son atractivas, pueden producir inmenso
dolor.
»Su resolución de abandonar el palacio y alcanzar la iluminación
seguía inalterable; sin embargo, para satisfacer los deseos de su padre y
beneficiar a los Shakya durante cierto tiempo, aceptó contraer matrimonio con
Yasodhara.
»Entonces, permaneció en el palacio, como corresponde a un
príncipe, y dedicó todo su tiempo y energía a servir a su pueblo lo mejor que
pudo.
»Al cumplir veintinueve años, el príncipe tuvo una visión en la
que todos los Budas de las diez direcciones aparecieron ante él y le dijeron al
unísono: “En el pasado te comprometiste a alcanzar el estado victorioso de un
Buda para poder ayudar a todos los seres que se encuentran atrapados en el
ciclo del sufrimiento. Ahora ha llegado el momento de que cumplas tu promesa”.
»El príncipe fue a hablar con sus padres de inmediato y les dijo:
“Quiero retirarme a un lugar apacible en el bosque donde pueda dedicarme a la
concentración meditativa y alcanzar con rapidez la iluminación total. Cuando lo
consiga, podré beneficiar a todos los seres y devolverles su bondad, en
especial, la que vosotros me habéis mostrado. Por lo tanto, os suplico que me
concedáis permiso para dejar el palacio”.
»Al oír estas palabras, sus padres se sorprendieron, y el rey se
negó a complacerlo. El príncipe Sidharta contestó al rey: “Padre, si puedes
liberarme de manera permanente de los sufrimientos del nacimiento, las
enfermedades, la vejez y la muerte, me quedaré a vivir en el palacio; en caso
contrario, he de marcharme y dar sentido a mi vida”.
»El rey intentó por todos los medios convencer a su hijo de que no
abandonara el palacio. Con la esperanza de que cambiara de opinión, le rodeó de
un séquito de encantadoras doncellas, bailarinas, cantantes y músicos que lo
entretenían día y noche. Además, para evitar que se escapase en secreto, rodeó
el palacio de guardianes.
»A pesar de estas distracciones, Sidharta seguía decidido a
marcharse para practicar la meditación. Una noche, con sus poderes
sobrenaturales, sumergió en un profundo sueño a los guardianes y sirvientes, y
se escapó con la ayuda de un fiel amigo.
»Después de recorrer unos diez kilómetros, el príncipe desmontó de
su caballo y se despidió de su ayudante. Luego, se cortó el cabello y lo lanzó
hacia el cielo, donde lo recogieron unos dioses de la Tierra de los Treinta y
Tres Cielos. Uno de ellos le ofreció los hábitos azafranados de un mendicante
religioso.
»El príncipe los aceptó y, a cambio, le entregó sus vestimentas
reales. De este modo, él mismo se ordenó monje».
LA ILUMINACIÓN DE BUDA
«Sidharta continuó su viaje hasta llegar a un lugar cerca de Bodh
Gaya, en la India, que encontró apropiado para el recogimiento. Se estableció
allí y empezó a practicar la meditación llamada concentración, semejante al
espacio, del Dharmakaya, con la cual se enfocó de manera convergente en la
naturaleza última de todos los fenómenos.
»Después de adiestrarse en esta práctica durante seis años,
comprendió que estaba a punto de alcanzar la iluminación. Entonces, caminó
hasta Bodh Gaya, y allí, el día de luna llena del cuarto mes del calendario
lunar, se sentó en la postura de meditación bajo el Árbol Bodhi e hizo la
promesa de no abandonar su meditación hasta no alcanzar la iluminación
perfecta. Con esta resolución, entró de nuevo en la concentración, semejante al
espacio, del Dharmakaya.
»Al anochecer, el mara Devaputra, jefe de los maras o demonios de
este mundo, intentó interrumpir su concentración con el conjuro de pavorosas
apariciones. Manifestó huestes de terribles espíritus demoníacos: unos le
disparaban lanzas y flechas, otros le arrojaban bolas de fuego, piedras, rocas
y hasta montañas enteras.
»Sin embargo, Sidharta permaneció imperturbable. Gracias al poder
de su concentración, los fuegos ardientes se transformaron en ofrendas de luces
de arco iris, y las armas, rocas y montañas, en una refrescante lluvia de
flores.
»Al comprobar que no podía distraer a Sidharta de su meditación,
el mara Devaputra intentó hacerlo manifestando innumerables bellas doncellas,
pero con ello sólo logró que entrara en un estado de concentración aún más
profundo.
»De este modo, venció a los demonios de este mundo y, por ello,
más tarde recibió el nombre de Buda Victorioso.
»Sidharta continuó meditando hasta el amanecer, cuando alcanzó la
concentración semejante al vajra. Con esta concentración, que es la última mente
de un ser con limitaciones, eliminó de su mente los velos más sutiles de la
ignorancia y, al momento siguiente, se convirtió en un Buda, un ser totalmente
iluminado o despierto».
LAS ENSEÑANZAS DE BUDA
«Cuarenta y nueve días después de que Buda alcanzara la
iluminación, recibió peticiones para que impartiera enseñanzas. Como respuesta
a estas súplicas, Buda surgió de su meditación estabilizada y giró por primera
vez la rueda del Dharma.
»Estas enseñanzas, que incluyen el Sutra de las cuatro nobles
verdades y otros discursos, constituyen la fuente principal del budismo
hinayana o vehículo menor. Más tarde, Buda giró por segunda y tercera vez la
rueda del Dharma, y enseñó los Sutras de la perfección de la sabiduría y el
Sutra que discierne la intención, respectivamente. Estas instrucciones son la
fuente del budismo mahayana o gran vehículo.
»En las enseñanzas hinayanas, Buda nos muestra cómo lograr la
liberación propia del sufrimiento, y en las mahayanas, cómo alcanzar la
iluminación total o Budeidad por el beneficio de todos los seres. Ambas
tradiciones florecieron en Asia, al principio en la India y más tarde en otros
países, incluyendo el Tíbet. Hoy día, empiezan a florecer en Occidente.
»Dharma significa ‘protección’. Con la práctica de las enseñanzas
de Buda nos protegemos del sufrimiento. Todos nuestros problemas diarios se
originan en la ignorancia, pero esta se elimina con la práctica de Dharma.
»El adiestramiento en el Dharma es el método supremo para mejorar
nuestra calidad de vida. Esta no sólo depende del progreso material, sino
también de que cultivemos paz y felicidad en nuestro interior. Por ejemplo, en
el pasado numerosos budistas vivían en países pobres y, a pesar de ello,
disfrutaban de felicidad pura y duradera porque practicaban las enseñanzas de
Buda.
»Si integramos las instrucciones de Buda en nuestra vida diaria,
podemos resolver nuestros problemas internos y disfrutar de verdadera
serenidad. Sin paz interior, la paz externa es imposible.
»Si establecemos primero la paz en nuestro interior por medio del
adiestramiento en el camino espiritual, la paz externa se impondrá de forma
natural; pero si no lo hacemos así, nunca habrá paz en el mundo por muchas
campañas que se organicen en su favor».